Los niños son esponja que todo lo absorben, y los jóvenes son barro para moldear

L. Carlos Sánchez

Como un solo de piano. En el éxtasis. En la similitud de un niño que observa por primera vez la mar. Ilución Hernández expone sus argumentos, la felicidad que le arroba la existencia de su vocación: la música. Y enseñar, y también dirigir.

“Yo antes acompañaba a muchos cantantes, pero ahora me dedico a niños y jóvenes y estoy contenta con este nuevo giro que tiene mi carrera”. Esta sentencia revela puntual ese posible vuelvo que le ha dado la vida, en estos años recientes en los cuales su trabajo cotidiano es en compañía de esos músicos en ciernes. Profesionales en edad prematura. El virtuosismo que Ilusión describe en el curso de la entrevista.

De origen poblano, la pianista se formó en esa región que la vio nacer: “Allí hice mi carrera y viví hasta hace siete años. Estudié en el conservatorio, en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, estudié dirección de orquesta, y también fui a la Universidad Nacional Autónoma de México”. Pero fue un día que  el desierto la trajo hasta aquí, y desde entonces: “No he parado”.

Hoy su nombre figura en el programa general del Festival Alfonso Ortiz Tirado (FAOT) 2020. En esta edición comparte escenario en dos presentaciones, en la primera fungirá como pianista invitada en el concierto Stars Aligned Siblings, String Quartet (en marco de Galas de Ópera, en Palacio Municipal de Álamos), y en el concierto que ofrecerá la Orquesta Juvenil Sinfónica de Sonora (OJUSSON) en el cual Ilución tendrá la batuta.

Sobre el concierto en el cual ejecutará su interpretación al piano, Ilución Hernández apunta:

“En este concierto estoy como pianista invitada con unos niños que vienen de los Estados Unidos, son niños muy talentosos, niños que empezaron su formación musical desde prescolar, se han presentado en muchas partes de todo el mundo. Ellos entraron a un reality show y se hicieron famosos y han estado en muchos festivales. Hoy vienen aquí a Álamos y tendré el privilegio de acompañarlos: son violines, es un chelo, son menores de edad, entre los siete y once años de edad. He visto mucho material de ellos, son increíbles y es una gran oportunidad de estar tocando a su lado”.

–El viernes 24 de enero estarás dirigiendo a la Orquesta Juvenil de Sonora (Ojuson).

–Estaremos allí, y tengo que recalcar que es la primera vez que la Ojuson, que tiene veinte años de existencia, nunca antes había estado en un FAOT. Este es un momento histórico para la Orquesta, como organismo, porque es la primera vez que estarán en FAOT.

Estamos muy entusiasmados; presentaremos un programa en el que habrá solistas, un pianista, habrá solistas flautistas, un niño de trece años y el otro de dieciséis, ellos tocarán una pieza virtuosa cuyo arreglo lo hizo un niño de la Orquesta, un niño de diecinueve años que hizo ya un arreglo para Orquesta, es increíble. Habrá también otros solistas, una soprano que va a cantar La reina de la noche; La bandera de Bizet; habrá otro solista, se cantará música mexicana, la de Júrame; cantaremos también –como sorpresa- el Danzón del compositor alamense Arturo Márquez. Es un programa variado, entretenido, es algo que el público va a disfrutar mucho. Hemos estado preparándonos muy bien, los cuarentaicuatro integrantes de la Orquesta.

–Cuéntanos sobre la trascendencia de compartir escenario con músicos de estas edades: ¿qué significa para ti?

–Estos últimos dos años de mi vida me he dedicado a trabajar con niños y jóvenes, he trabajado con niños chiquititos, tengo un sistema único en que los niños desde los tres años ya tocan un instrumento, todo esto lo digo porque también trabajé con universitarios, y ahora estoy otra vez con jóvenes, y es el mejor campo de trabajo porque los niños son esponja que todo absorben, y los jóvenes son barro para moldear, uno les da las alas para que vuelen, porque están en formación, en su momento increíble, esas edades te marcan toda tu existencia, y todo esto ha ocurrido gracias a un buen amigo que quiero mucho y una persona que me ha ayudado de manera increíble, que me ha apoyado en mi carrera y que es el Director de Instituto Sonorense de Cultura: Mario Welfo Álvarez Beltrán, él es quien ha tenido este ojo agudo desde el que ha escaneado mi perfil y ha detectado para lo que soy buena y me ha apoyado increíble y audazmente. Es el ojo del productor, él como director ha sabido enfocar mi perfil hacia lo que me gusta: niños y jóvenes, yo aprendo mucho de los jóvenes porque siempre están ávidos, no sabes qué entusiasmo tienen por cada ensayo, por cada obra que tocamos, por el Festival, traen tanta emoción que a veces uno como adulto pierde el asombro, pero ellos siempre me hacen sentir más viva, y los niños, igual, verlo tan chiquitos y desenvolverse y tocar de la forma en que lo hacen y ser tan virtuosos, uno se llena de ellos.

–¿Qué implica para ti la existencia del FAOT?–El FAOT ha marcado mi vida, así como Hermosillo. Este Festival significa una gran proyección de los artistas, es un gran apoyo, es una gran plataforma. Este Festival ha crecido mucho, y esto es proyectar a Hermosillo, al desierto, y esto significa crecer culturalmente, con este Festival el estado crece en cultura. Todo mundo trae el ojo en el FAOT.